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17 abr 2011

Oposición dividida favorece a Cristina

Internacional

Oposición dividida favorece a Cristina

De cara a las presidenciales. Todas las "tribus" políticas opositoras sumadas, no alcanzan al porcentaje que logra el oficialismo argentino Pero mayoría indecisa podría modificar resultados

En casi todos los ambientes cercanos al gobierno argentino se puede encontrar un clima triunfalista: casi certeza del triunfo de la mandataria Cristina Kirchner en las próximas elecciones presidenciales.
Algo parecido ocurre si se conversa con cuadros políticos medios o con simples simpatizantes peronistas. Los resultados de las elecciones provinciales en Catamarca y Chubut, semanas atrás, pudieron verse como anticipo de un claro triunfo en octubre, para muchos probable en primera vuelta.
Una mirada rápida a las cifras de intención de voto que mostraban las encuestas de SUMA+ -un consorcio integrado por Cifra, Equipos Consultores (que en Uruguay continúan compitiendo entre sí)-, indicaba que CFK es la favorita para ganar las elecciones de octubre: una mayoría relativa de los encuestados en febrero (32%) tenía su voto decidido a favor de Cristina, y ninguno de los numerosos candidatos opositores alcanzaba al 10%, con una proporción alta de indecisos (37%).
Una primera inspección de nuestros resultados de marzo sugiere que la posición de CFK mejora aún más. De forma que, en marzo, Cristina no sólo era la favorita, sino la gran favorita. Pero no tiene el triunfo asegurado: queda por delante toda la campaña y muchas cosas siguen todavía inciertas. Aunque no todo es igualmente probable, todo puede pasar.








IDENTIDADES Y TRIBUS. Para entender las claves de la elección argentina es prudente tener en cuenta algunos aspectos de su opinión pública. El primero es que aunque el peronismo es la corriente mayoritaria de la política argentina, sólo es una mayoría relativa: la mayoría absoluta de los argentinos no se siente cercano al peronismo ni se identifica con él.
Hablando de identificaciones políticas, nuestra encuesta de octubre pasado muestra que los argentinos utilizan una variedad importante de términos: "peronista" es la identificación más frecuente, pero son bastante más los que se califican de "apolíticos", son bastantes los que dicen no tener "ninguna" y son muchos los que se dispersan entre otras identificaciones minoritarias -"izquierda", "independiente", "radical", "derecha" o "centroizquierda"-.
Hablando de cercanías ideológicas, en la encuesta de SUMA+ resulta claro que los que se sienten "cercanos" al peronismo son bastante más que los que se sienten "cercanos" al radicalismo, pero son una minoría de la población: mayoría relativa, pero minoría al fin.
A partir de estas identificaciones y cercanías es posible estudiar con más detalle las inclinaciones políticas de los argentinos. Ateniéndonos al decir de los ciudadanos y a la forma en que confluyen sus simpatías, entre ellos se pueden distinguir con bastante claridad cinco conjuntos de personas diferenciadas, cuatro "tribus" o corrientes con afinidades definidas y un conglomerado disperso, sin información ni interés político específico.
Pues bien, el peronismo -que, como vimos, no es una mayoría absoluta-, se divide en dos partes importantes. Una primer "tribu" peronista, mayoritaria, puede definirse hoy como "cristinista" u "oficialista", y se caracteriza por simpatías intensas por los referentes del "modelo" -hoy CFK y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y antes, también Néstor Kirchner- y por la animadversión también intensa hacia los líderes de las demás tribus: puede llegar y posiblemente superar al 25% del electorado.
Bien distinta a ella, la segunda "tribu" peronista es identificada en la política argentina como "peronismo federal", y se caracteriza por simpatías más dispersas hacia los líderes peronistas que se mantienen apartados del oficialismo como Carlos Reutemann, Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Alberto Rodríguez Saá, Mario Das Neves, por una evaluación adversa hacia CFK, y por simpatías no tan intensas pero efectivas por figuras nuevas como Mauricio Macri o Francisco De Narváez. Esta segunda tribu seguramente supera el 15% del electorado. Las otras dos "tribus" no son peronistas: la tercera en importancia, que puede definirse como el "pan-radicalismo", incluye con claridad a Ricardo Alfonsín, Julio Cobos -que renunció a su candidatura-, Elisa Carrió y Ernesto Sanz y con una mirada amplia puede incluir al socialismo, y puede estimarse por arriba del 10%, y la cuarta, algo más pequeña, más cerca del pan-radicalismo que de las dos vertientes peronistas, puede definirse como "la izquierda" y confluye en sus simpatías por Fernando Solanas, teniendo además simpatía por figuras latinoamericanas como Chávez. Un quinto segmento, más allá de estas cuatro "tribus", está formado por los que no expresan simpatías sistemáticas y tienen adhesiones poco estructuradas: son personas indecisas o que prefieren no decir su voto, y no parecen tener afinidades claras con ninguna de las cuatro agrupaciones básicas: pueden llegar, aproximadamente, hasta el 40% del electorado.

Nadie puede ganar si piensa solo en su "tribu"

Nadie puede ganar, ni siquiera Cristina, confiando solamente en las fuerzas de su "tribu", y todos necesitan ganar una importante porción de votos por fuera de ellas.
De acuerdo a los resultados de intención de voto de SUMA+, a fines de febrero, Cristina Kirchner reúne una intención de voto del 32% del electorado, por lo que claramente capta algunos votantes por fuera de su "tribu".
Duhalde, Rodríguez Saa, Solá, Reutemann y Das Neves, reúnen, sumados, un 6% del electorado, y agregándoles los partidarios de Macri y de De Narváez, que suman otro 6%, parecerían no alcanzar todo el potencial de su propia "tribu".
Los candidatos "pan-radicales", sumados al socialismo, tienen el 8% de las preferencias, por lo que tampoco llegan a alcanzar a la totalidad de su "tribu" y dispersan sus votos entre todos sus candidatos, sin que ninguno alcance el 5% de preferencias. Solanas, finalmente, reúne un 4%, contingente de votos potencialmente relevantes en alianzas o coaliciones, y de incidencia quizás decisiva en un ballotage. Más allá de estos electores primariamente decididos, una proporción mayoritaria de electores "no sabe/no contesta".
De esta forma, la ventaja actual de Cristina se afirma en varias razones: los rasgos de la historia peronista vistos favorablemente, los aciertos de la gestión de Néstor Kirchner o de la suya propia. Pero también se afirma en la desarticulación de los diferentes candidatos de oposición. Más allá de los factores virtuosos que le otorgan ventaja, CFK no es hoy por hoy mayoría absoluta en el conjunto del electorado, pero la fuerte dispersión de los opositores la convierte en favorita.

Las cifras

37% Es la alta proporción de argentinos que aún no se decidieron por qué candidato votar en las elecciones presidenciales de octubre.
32% Son los argentinos que se muestran dispuestos a votar a Cristina Fernández, que aún no confirmó su candidatura para las próximas elecciones.

¿Scioli puede dejar a Cristina?

¿Permanecerá Scioli en el marco del Frente Para la Victoria -kirchnerismo-? El posible "pase" del gobernador de la provincia de Buenos Aires hacia algún tipo de alianza con el peronismo federal -y eventualmente más amplia- es una de las incógnitas todavía no totalmente despejadas de la política argentina.
Los observadores tienden a pensar que la probabilidad de ese pase es baja y decreciente, pero algunos acontecimientos de los últimos meses sugieren que no es del todo imposible. De verificarse, obviamente, sería una jugada fuerte, potencialmente capaz de alterar drásticamente la estructura de las preferencias electorales hacia octubre.
¿Qué probabilidad hay de que el "pan-radicalismo", incluyendo el socialismo, superando los conflictos regularmente planteados entre sus líderes, confluya en una candidatura única que pueda luego establecer alianzas en una eventual segunda vuelta? Para los observadores la posibilidad parece clara, pero nadie se atreve a asignarle una probabilidad significativa: los líderes pan-radicales han mostrado en los últimos doce o trece años una escasa capacidad de cooperación a largo plazo, más allá de sus coincidencias puntuales.
¿Puede concretarse políticamente el vínculo (que ya está implícito en las simpatías del electorado) entre el peronismo federal y las fuerzas capitaneadas por el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, con el visto bueno de Francisco de Narváez? El tema está en la agenda, y muchos observadores le asignan razonable probabilidad, aunque obviamente sólo puede pensarse después de una definición clara de las reglas que decidirían liderazgo y candidaturas.
Más allá de esta coalición, en los últimos días ha comenzado a discutirse en público la idea de un frente de oposición, que reúna al peronismo federal, al macrismo y al "pan-radicalismo". Aunque recién comienza a aparecer en la agenda de los medios, esta eventualidad, todavía erizada de dificultades, no es técnicamente imposible.
El sistema político argentino es muy complejo y ofrece una gran cantidad de posibles premios para candidatos y sectores. El premio mayor es la Presidencia, pero no son en absoluto desdeñables la Vice Presidencia, las Gobernaciones de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe, ni la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tampoco es irrelevante el hecho de que, de ganar Cristina, la Constitución impide una re-reelección. Todos estos factores sugieren a los candidatos la importancia de una ingeniería electoral de mediano plazo, y dado el elevado profesionalismo de la alta política argentina, cabe esperar que en los meses próximos se aboquen a ello en mayor medida. Por eso, la presidenta es hoy la gran favorita, pero el partido aún no está decidido.

El País Digital
http://san-fernando-mi-ciudad.blogspot.com/

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