Por Alfredo Antonuccio (*), especial para NOVA. |
Hoy en día cambiaron muchos factores, con el mismo renacimiento de la política en nuestra sociedad a partir de la irrupción de Néstor Kirchner como presidente de la Nación en el 2003, que el pasado miércoles, en un nuevo 25 se cumplieron ocho años, se originó una suerte de despertar simbiótico entre la historia revisada y el nuevo proceso del actor político en escena.
En esta ocasión, por primera vez en la historia un primer magistrado asistía a las celebraciones de la fecha patria en la provincia del Chaco. Fue determinación de la presidenta Cristina Fernández que así sea. No se equivocó, hubo una acogida más que calurosa y muy festiva, con la participación de autoridades y el pueblo en su conjunto unidos. La calma y extraordinaria homilía del Arzobispo de Resistencia en el Tedeum, monseñor Fabriciano Sigampa, contrastando con la retórica provocativa que daba a la vez Jorge Bergoglio en la Catedral porteña, abrieron las actividades del 25 de Mayo con Cristina junto al gobernador Jorge Capitanich en esa localidad.
El discurso de Cristina no fue largo esta vez, más bien fue breve y cargado de emotividad con síntomas de quiebres a la sola mención de Néstor y su asunción a la Presidencia hace ocho años atrás. Todo tiene una lógica, y todos no sólo la interpretamos sino que la acompañamos en espíritu con el potencial de nuestros corazones junto al de ella.
“Pido a Dios que me de fortaleza para construir un país diferente”, dijo en un pasaje de su mensaje. Pero si en algo queda duda acerca de la fuerza, la convicción, la destreza y el potencial de Cristina, no tenemos más que remitirnos al remate discursivo cuando, con la voz forzada y en algunos momentos quebrada prácticamente, se expresó con toda su energía: “Gracias a todos por el cariño, por el afecto, por el compromiso. ¡Tenemos Patria, argentinos! Estemos orgullosos de esa Patria”.
(*) Diputado bonaerense del FpV-PJ.
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