Por Pablo Mendelevich, Clarín, 1997
Durante muchos años la palabra "chárter" remitió casi con exclusividad al vuelo de Alitalia que trajo a Juan Domingo Perón del exilio, el 17 de noviembre de 1972. En esos tiempos no era habitual contratar aviones grandes (este era un Boeing 707) para vuelos fuera de rutina, tal como hoy hacen no los partidos políticos pero sí algunas agencias de viajes mayoristas.
Aquel chárter no buscaba bajar costos, como no fueran costos políticos: Perón ya había intentado volver al país en 1964 en un vuelo de línea junto a unos pocos acompañantes (Isabel Perón, Jorge Antonio, Andrés Framini, Augusto Vandor) y no había podido pasar de Río de Janeiro. En 1972 tendría un centenar y medio de acompañantes y avión completo, aunque no sería exacto decir avión propio: la máquina, bautizada Giuseppe Verdi, era la que, con idéntica tripulación, Alitalia solía poner a disposición del papa Paulo VI.
El Giuseppe Verdi partió de Roma porque Perón, por motivos que aún hoy son materia de conjetura, prefirió retornar desde Italia y no desde España, donde había estado exiliado 12 años. En Roma fue atendido por Giancarlo Elía Valori, un poderoso empresario vinculado con Licio Gelli que hoy es el número uno de las autopistas italianas. Entrevistó a otros empresarios y dio una tumultuosa conferencia de prensa, pero, aunque la escala lo sugería, no fue recibido por el Papa.
El 17
Paradojas de la época: ese viernes fue feriado. El presidente Alejandro Lanusse, quien venía de decir tres meses antes que a Juan Domingo Perón "no le da el cuero" para volver, decretó que el día fuera "no laborable". Por única vez en la Historia un gobierno, para recibir a su enemigo favorito, ordenaba paralizar a toda la nación.
Lanusse quería desalentar la bienvenida popular en Ezeiza. El feriado debía fagocitar el paro general cegetista y el despliegue militar haría el resto: Perón aterrizó aislado. Pero nunca nadie discutió que ese 17 de noviembre fue un día histórico.
Aquel chárter no buscaba bajar costos, como no fueran costos políticos: Perón ya había intentado volver al país en 1964 en un vuelo de línea junto a unos pocos acompañantes (Isabel Perón, Jorge Antonio, Andrés Framini, Augusto Vandor) y no había podido pasar de Río de Janeiro. En 1972 tendría un centenar y medio de acompañantes y avión completo, aunque no sería exacto decir avión propio: la máquina, bautizada Giuseppe Verdi, era la que, con idéntica tripulación, Alitalia solía poner a disposición del papa Paulo VI.
El Giuseppe Verdi partió de Roma porque Perón, por motivos que aún hoy son materia de conjetura, prefirió retornar desde Italia y no desde España, donde había estado exiliado 12 años. En Roma fue atendido por Giancarlo Elía Valori, un poderoso empresario vinculado con Licio Gelli que hoy es el número uno de las autopistas italianas. Entrevistó a otros empresarios y dio una tumultuosa conferencia de prensa, pero, aunque la escala lo sugería, no fue recibido por el Papa.
El 17
Paradojas de la época: ese viernes fue feriado. El presidente Alejandro Lanusse, quien venía de decir tres meses antes que a Juan Domingo Perón "no le da el cuero" para volver, decretó que el día fuera "no laborable". Por única vez en la Historia un gobierno, para recibir a su enemigo favorito, ordenaba paralizar a toda la nación.
Lanusse quería desalentar la bienvenida popular en Ezeiza. El feriado debía fagocitar el paro general cegetista y el despliegue militar haría el resto: Perón aterrizó aislado. Pero nunca nadie discutió que ese 17 de noviembre fue un día histórico.
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