El senador por Santa Fe negoció sus lacónicas declaraciones de fin de año con el esposo de la Presidenta. Dos intermediarios, uno de ellos asociado a Reutemann desde su fallido lanzamiento de fines de 2002, intervinieron para ajustar con Olivos las palabras y la oportunidad del pronunciamiento. Antes de esas gestiones, hace 45 días, existió una reunión a solas, en la residencia presidencial, entre Kirchner y el candidato. Nadie sabe, a ciencia cierta, de qué hablaron.
Consultado ayer por La Nacion, Reutemann se negó a hacer comentarios sobre su estrategia electoral.
Sin embargo, desde un campo de Santa Fe, alguien que podría ser considerado como su otro yo, realizó algunas acotaciones: "No hay ningún acuerdo con Kirchner porque tampoco hay nada en firme. Es imposible hablar de una candidatura sin conocer los resultados de octubre. Sólo cuando se conozcan los resultados electorales se sabrá cómo está parado cada uno para 2011. Los diarios sobredimensionaron las declaraciones de fin de año. Es cierto que hubo una reunión con Kirchner, pero fue sólo para hablar del panorama político de la provincia, nada más".
La novedad, sin embargo, es crucial: la postulación del santafecino es la primera manifestación, todavía cifrada, de que el matrimonio comenzó a pensar en la salida del poder. ¿Quiere decir que Kirchner impulsó a Reutemann? Que responda uno de los mediadores: "Lole venía pensando en largarse desde hacía tiempo. Al estilo de él: primero dice «esta vez sí» y al rato dice «esta vez sí? lo voy a pensar». Pero la iniciativa es de Reutemann. Claro, al conocerla, pronto se sumó Kirchner, que lo viene midiendo desde siempre".
No hace falta ser psicólogo de Reutemann para advertir que jamás abrazaría un proyecto en contradicción con la Casa Rosada. El santafecino es fóbico al conflicto. Por eso desistió de su candidatura hace seis años, cuando lo apadrinaba Eduardo Duhalde: temió enfrentar a Carlos Menem, quien, comparado con Kirchner, es un budista zen.
En 1999, cuando su padrino era Menem, Reutemann también se retiró de la carrera: "Estaba todo listo pero no me pusieron los cardenales", se excusaba por entonces. Los "cardenales" eran los gobernadores, cuya subordinación debía proporcionarle el gobierno central. María del Carmen Alarcón, quien sin ser psicóloga de Reutemann lo conoce como nadie, sentenció ayer desde Santa Fe: "«Lole» jamás pensaría en una campaña si tiene que enfrentar a Kirchner".
¿Por qué la pareja gobernante ve a Reutemann como un sucesor aceptable? En principio, porque los Kirchner creen que la sociedad recurrirá después de ellos a una opción de centroderecha. Si se observa la región, parecen estar en lo cierto: en Chile, en Brasil, tal vez en Uruguay, los electorados caminan en esa dirección. En la Argentina sucede lo mismo. Por eso un lector voraz de encuestas como Sergio Massa evitó definirse como progresista en el reportaje que publicó LA NACION el domingo pasado.
Generar una opción
Esta premisa inicial revela que la Casa Rosada se siente urgida a generar una opción para enfrentar a Mauricio Macri, para quien todo el aparato oficial ha comenzado a funcionar como una máquina trituradora por orden de Kirchner.
Los estudios de opinión en poder del oficialismo potencian a Reutemann: "Es la figura política con imagen más estable de toda la dirigencia nacional. No sólo lo aprecia el campo. En la esquina donde lo pare, salvo en algunas zonas de Santa Fe que sufrieron inundaciones, gusta. Y aun los inundados lo consideran hoy una víctima".
Curiosidades de la historia: en 2003, Macri sólo admitió postularse a la presidencia después de cerciorarse de que Reutemann no lo haría. Aun así, también desistió. Una decisión que todavía permanece envuelta en la bruma.
Otro criterio que beneficia a Reutemann es que Kirchner se ve a sí mismo, desde 2005, como un líder bonaerense. Por lo tanto, buscará no alimentar a otra figura política de ese distrito que -sueña- podrá seguir controlando cuando ya no controle la chequera. Una presunción que demuestra que el santacruceño es, en muchísimos aspectos, un fiel discípulo de Eduardo Duhalde, que creyó lo mismo al dejar el Gobierno.
Este parámetro de búsqueda tiene una víctima: Daniel Scioli, acaso el dirigente más perjudicado con la salida al ruedo de Reutemann. Curioso duelo entre dos amantes de la velocidad.
Desde el punto de vista territorial, el santafecino cuenta con un potencial relevante: es el único candidato del PJ oficial que, desde una posición de independencia, este año podría alzarse con un distrito de gran demografía. José Manuel de la Sota no competirá en Córdoba, la Capital Federal le está vedada al peronismo y en Buenos Aires el candidato oficial será un representante de la Casa Rosada.
El motivo más obvio, que contiene a todos los anteriores, por el cual Reutemann puede expresar sus deseos sin temor a que truene el escarmiento es que los Kirchner cayeron en la cuenta de que les resultará muy difícil mantenerse en el poder más allá de 2011.
Pero esa razón debe ser mantenida en secreto para que la candidatura del santafecino no quiebre su encanto y para que la pérdida de poder que padece el matrimonio no se acelere.
Por eso en Olivos seguirán postulando que el lanzamiento presidencial de Reutemann es sólo una estratagema para enfrentar con una oferta de alcance equivalente, en las elecciones de este año para senador, al proyecto nacional del socialismo de Santa Fe.
Es la excusa que puso el candidato santafecino para confesar su deseo ante el poder. Una ficción consentida.
Particularidades
* Un caso particular: a pesar de haber ayudado a que las retenciones móviles fueran rechazadas por el Senado, Carlos Reutemann nunca fue demonizado por la Casa Rosada, como sí ocurrió con otros de sus colegas peronistas (Felipe Solá, Juan Carlos Romero).
* Pacto por conveniencia: por el contrario, poco tiempo después Néstor Kirchner recibió a Reutemann en la quinta de Olivos. En esa reunión se habría definido un acuerdo electoral en el peronismo de Santa Fe de cara a los comicios legislativos de este año.
* Una apuesta fuerte: es que tanto Reutemann como Kirchner se necesitan, ya que el peronismo no está en condiciones de perder una tercera elección consecutiva en esa provincia, cuya gobernación el PJ abandonó en 2007, después de 24 años de hegemonía política ininterrumpida.La NAcion
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