Se afilió en Olivos pero militó siempre desde San Fernando. Caminó doce horas con la consigna del "Perón Vuelve". Y reivindica aquella gesta: "La liberación es permanente para recorrer el camino de la democracia. Es un recorrido de vida".
-¿Cómo arranca su militancia en San Fernando?
- A fines del 60, Juan Domingo Perón envía un documento de 36 puntos, donde se planteaba claramente que se desmonte a la dictadura militar en busca de la democracia. Él les dio un gran lugar de militancia a los jóvenes que querían participar. Yo me crié en Olivos. Ahí me afilié. Muchos después me vine a San Fernando. Nuestra militancia la empezamos con muchos compañeros que hoy me acompañan. Soñábamos con la gran utopía: la vuelta de Perón. Había todo tipo de organizaciones dentro del movimiento. Todo, para nosotros, era "Luche y Vuelve Perón". En la agrupación que yo participaba estábamos dedicados a la formación de cuadros políticos más que a la toma del poder como sí tenían otros grupos de juventud.
-¿Lo suyo era formación de cuadros políticos?
-Era una escuela, sí. No exenta de participación política en los territorios. Y en esa búsqueda llegue a San Fernando. Con compañeros de sectores medios, trabajadores y también de barriadas peronistas. Había compañeros antiguos que les costaba seguir trabajando porque los buscaba la policía. Entonces tenías que cambiar de cara (risas)
-¿Vino a trabajar a la política o a vivir?
-Por militancia política. Y una vez, como yo hacía los controles territoriales de la región, me surge una reunión de un compañero que estaba con veinte docentes. Ahí conocí a la que hoy es mi esposa, María Esther. Y ustedes me van a decir ¿para qué vine? (Risas)
-¿Y se arrepiente?
-No, no (Risas)
-¿Su esposa se hizo peronista por Perón o por Amieiro?
-(Piensa) No, creo que se hizo peronista evaluando las dificultades que tuvo para conocer la historia. En la región sudamericana tenemos importantes dirigentes pero un líder con el pensamiento estratégico de Perón, no. Hubo un Hipólito Yrigoyen, un Juan Manuel de Rosas y caudillos federales o no que atravesaron sus pueblos en la lucha por la patria. Mi hijo se llama Juan Manuel y mi hija María Eva. Tuve malos cálculos porque mi hijo nació el 24 de noviembre. Casi, casi el 20. Pero no insistí. (Risas).
-La organización determinaba que cada uno tenía que hacer su trabajo territorial. Y seguramente era difícil por la proscripción del peronismo.
-Muchos de nuestros sueños estaban en el marco de las palabras de Perón. Y todavía siguen estando presentes. La liberación es permanente para recorrer el camino de la democracia. Es un recorrido de vida.
CAMINO A EZEIZA
Estábamos en Sobremonte y Uruguay, acá en San Fernando, y salimos en una caminata para Ezeiza. Serían las diez de la noche y llegamos a las diez de la mañana. Cada vez que había un cuartel o comisaría teníamos que dar veinte vueltas. Cuando cruzamos el Río Matanza (que estaba hondo), nos encontramos rodeados de tanquetas. Cruzamos algunos arroyos y la autopista. Cuando llegamos al otro lado del río nos advirtieron que, si continuábamos la marcha, nos disparaban. Y de abajo, gritaban que no nos moviéramos porque nos daban con los sables.
Ahí, arriba de los barros, llovía mucho. Formábamos una columna de novecientos compañeros. La distancia entre cola y cabeza era de cincuenta cuadras. Yo iba y venía, supervisando todo. Izquierda y derecha compartíamos el mismo espacio. No sé cuantos kilómetros caminamos, pero después no me podía mover.
Lo mas importante fue decir ¿y ahora? porque el sueño era la vuelta de Perón. Ya habíamos logrado a Perón en la Argentina y empezamos a caminar la vuelta a la democracia.
-Era un punto de inflexión, volvió Perón, la utopía cumplida. ¿Cómo se vivió?
-Seguramente hubo algunos sectores que sintieron algún fracaso. Aquellos que reconocíamos la autoridad de Perón para conducir la revolución no teníamos dudas de ningún tipo. Lo vimos como un triunfo. Desde aquel 17 de noviembre del 72 la incorporación de la militancia activa fue de gran importancia. Entre la formula Cámpora-Solano y Perón-Perón hubo una gran incorporación. La leyenda negra del peronismo fue una gran corriente de opinión que le había negado a los jóvenes conocer la realidad que se había vivido de la revolución antipatria que se vivió en el 55 y anti Perón. Pero cuando yo hablo de la reunión con los docentes, veía que muy pocos tenían origen peronista, y habían descubierto a Perón
-Sin discutirlo…
-Lo querían conocer. Seguramente les producía algún debate interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Mostrar botones para compartir