NERVIOSISMO E INCERTIDUMBRE EN EL AEROPUERTO SALVADOREÑO
En el aeropuerto de San Salvador reinaba una gran ansiedad. Decenas de periodistas de toda América latina esperaban el desenlace de una jornada de máxima tensión en Honduras, pero también en la diplomacia del continente. La propia presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner iba y venía al lugar donde estaba concentrada la prensa argentina –una salita en la zona de Interpol– para informar de las novedades. Finalmente, el presidente depuesto Manuel Zelaya arribó anoche tras su descenso frustrado a Honduras. Aquí, en el aeropuerto de San Salvador, fue recibido –y arropado– por la presidenta argentina, por el ecuatoriano Rafael Correa, el paraguayo Fernando Lugo y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
"Este es un acto criminal, los criminales no pueden dirigir un país. Llamo a las FF.AA. de Honduras a que bajen sus rifles contra el pueblo", dijo el mandatario depuesto en una conferencia de prensa organizada en uno de los salones del aeropuerto salvadoreño. Luego, dirigiéndose al gobierno de facto, agregó: "Les suplico, no repriman más al pueblo hondureño".
A continuación, la presidenta argentina tomó la palabra en nombre de los mandatarios presentes y formuló un categórico rechazo a la represión en Honduras. "En nombre de los presidentes quiero llevar mi solidaridad a quienes hoy han sufrido la represión", dijo Cristina Fernández. Y consignó enseguida: "Mi país tuvo una de las dictaduras más sangrientas que se recuerde en la región. Por eso, reaccionar contra esto que está sucediendo en Honduras no es sólo defender al presidente", señaló.
Al cierre de esta edición, mientras una tormenta se abatía sobre el aeropuerto, la presidenta se disponía a regresar a Buenos Aires. Fuentes de la misión de la OEA dejaron en suspenso informar sobre cuáles serán sus próximos pasos y los de Zelaya.
El Tango 01 había llegado al aeropuerto de San Salvador a las 21, hora argentina, ubicado a unos 60 kilómetros de la capital salvadoreña, cerca del Pacífico.
El vuelo había transcurrido distendido y los mandatarios habían podido disfrutar de un almuerzo tardío de ensaladas, jamón crudo, y salmón, todo amenizado con una botella de tinto Rutini.
El día de ayer había sido muy complicado desde la madrugada, cuando la propia presidenta, poco después de que la OEA aprobara la suspensión de Honduras de la organización, había anticipado a la prensa argentina otros planes: que Zelaya viajaría a Tegucigalpa con Insulza y que ella misma y los otros mandatarios no acompañarían la misión para evitar que su presencia "sea manipulada". "No es un problema de ideología, sino de restauración democrática", había dicho para justificar que se bajaba del viaje con Zelaya.
Pero algo cambió horas después, en la mañana de ayer. Hubo una reunión en la residencia del embajador de Ecuador en Washington entre la presidenta, Correa, Lugo, Zelaya, el presidente de la Asamblea de la ONU Miguel D'Escoto y varios cancilleres, y de allí se salió con otra novedad. Habría dos misiones: una a Honduras, con Zelaya a la cabeza, y la otra a El Salvador. La presidenta dijo luego a Clarín, en rueda de prensa, que ese cambio había obedecido a que había diferencias entre algunas delegaciones sobre el tema de los viajes y buscaban un consenso.
Según pudo averiguar esta enviada a lo largo de la jornada de fuentes diplomáticas de varios países, los que más se oponían a el retorno de Zelaya eran los 13 países del Caribe (Jamaica actuaba como portavoz), Costa Rica, Canadá y Estados Unidos, Colombia y Perú.
Los que estaban a favor del retorno sí o sí de Zelaya eran Nicaragua y Venezuela. Las fuentes dijeron que el más vehemente había sido el canciller venezolano, Nicolás Maduro, que a viva voz reclamaba un retorno triunfal para el presidente depuesto.
En una posición más "neutral", aparecían México, Ecuador, Paraguay y Bolivia. También Brasil, que no envió representante de alto rango, pero prestó un avión a Insulza en su viaje a Honduras.
Tras escuchar el informe que brindó el secretario general a la OEA, en la que advertía sobre los riesgos de un viaje, Zelaya insistía en su retorno. "Mis tropas más leales son el pueblo", decía en los pasillos, mientras, coqueto, aconsejaba a los camarógrafos que no le hicieran planos muy cercanos. Finalmente Zelaya logró su objetivo de viajar, aunque no pudo aterrizar.
Hacia la noche, la presidenta hizo un balance de la misión y aclaró que no había sido un fracaso. Dijo que el gran éxito de las últimas horas había sido "recuperar el multilateralismo para defender las instituciones". Y que la política argentina era "sumar gestos y acciones internacionales". Mencionó como ejemplos el caso de la liberación de Ingrid Betancourt y la autorización de la cubana Hilda Molina a reencontrarse con su familia. El periplo diplomático iniciado por Cristina el viernes a la noche parecía anoche que llegaba a su fin.
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