Lo fundamental y lo accesorio
24-01-2010
Alfredo Eric Calcagno
Uno de los rasgos básicos de la inteligencia es la facultad de diferenciar lo fundamental de lo accesorio. Es penoso cuando una persona los confunde; pero es catastrófico cuando se los mezcla en la vida política. ¿Cómo se manifiesta ahora este fenómeno? Para evaluar las alternativas, es útil analizar cuál es la jerarquía de los actos políticos que practican la oposición y el Gobierno.
Las preocupaciones predominantes de la oposición se reflejan en las declaraciones de muchos de sus dirigentes y en las tapas de los principales diarios. La primera característica consiste en la preeminencia de lo formal sobre lo sustancial. En este enfoque se recorre el camino que va desde lo anecdótico y subjetivo (antipatías u odios, como los que sufría Evita) hasta la formalidad institucional, inspirada sobre todo en la defensa de intereses.
En ambos casos, la oposición, con su dominio de los medios de comunicación, provoca situaciones extremas, que se basan en problemas menores y de forma. Las inflan para magnificar sus consecuencias políticas.
Las preocupaciones predominantes de la oposición se reflejan en las declaraciones de muchos de sus dirigentes y en las tapas de los principales diarios. La primera característica consiste en la preeminencia de lo formal sobre lo sustancial. En este enfoque se recorre el camino que va desde lo anecdótico y subjetivo (antipatías u odios, como los que sufría Evita) hasta la formalidad institucional, inspirada sobre todo en la defensa de intereses.
En ambos casos, la oposición, con su dominio de los medios de comunicación, provoca situaciones extremas, que se basan en problemas menores y de forma. Las inflan para magnificar sus consecuencias políticas.
Veamos un ejemplo reciente. Durante 11 días, las declaraciones políticas, los diarios, la televisión y la radio giraron en torno al tema Redrado-Banco Central-Reservas. Clarín le dedicó 11 tapas, con títulos-catástrofe: en esos días, los demás acontecimientos nacionales pasaron a ser hechos menores.
Los dos temas en juego son la permanencia de Redrado en el Banco Central y la transferencia de reservas para abrir el Fondo del Bicentenario. La información transmitida contenía hechos falsos: no se embargaron las reservas de Argentina (48.000 millones de dólares), sino 1,7 millones de dólares de una cuenta auxiliar que el Banco Central tiene en un banco de Nueva York; para que se advierta mejor la magnitud del problema: si alguien tuviera 4.800 dólares en un banco, le habrían embargado 17 centavos de dólar. En el otro tema, la atribución de remover al presidente del Banco Central pertenece a la Presidenta de la Nación y no requiere el acuerdo del Congreso, sino sólo que una comisión bicameral emita un consejo no obligatorio.
En ambos casos se trata de situaciones que deberían solucionarse por las vías habituales; pero si no fuera así, existen otros medios para lograr esos fines. Es notorio que no se trata de problemas fundamentales insolubles, sino de cuestiones de procedimiento. Llama la atención que la oposición transforme en estructurales problemas coyunturales.
Respecto del debate por el uso de las reservas internacionales, se presenta como una cuestión de vida o muerte algo que en realidad es una cuestión de mera conveniencia financiera para el país. Hay de parte del Gobierno un intento de reinsertarse en los mercados financieros internacionales; pero mientras siga siendo caro endeudarse afuera, sale mucho más barato usar reservas sobreabundantes que emitir deuda nueva (recuérdense las críticas por los bonos argentinos que compró Venezuela).
Ahora bien, si está vedado usar reservas para pagar los vencimientos de la deuda externa, la única forma de pagarlos es emitiendo deuda nueva. En ese caso se mantienen sin cambios el nivel de las reservas y el de la deuda externa. Si en cambio se paga la deuda externa con reservas, ambas variables disminuyen al mismo tiempo y por el mismo monto. En ambos casos, la deuda neta deuda bruta menos reservas) queda igual, pero en el primero el costo financiero para el país (la tasa de interés pagada sobre deuda nueva) es mayor que en el segundo (los intereses que se dejan de cobrar sobre las reservas).
Sin embargo, la oposición presenta como una irresponsabilidad recurrir a las reservas internacionales (que en su momento entregaron muy baratas a los evasores de capitales), cuando no presentan esa medida como un manotazo para hacer caja como si el dinero no se destinara a pagar deuda, sino para ganancias personales. Una medida de administración financiera (se trata de usar el dinero propio o de endeudarse para pagar) se presenta como algo esencial.
Frente a este panorama están las líneas básicas de desarrollo político, económico y social que encaró el Gobierno. Plantea reformas que repercutirán de modo directo y perdurable en la vida de amplios sectores de la población.
La primera reforma adopta cambios estructurales en el régimen de jubilaciones y en el financiamiento de la economía. Al volver al sistema de reparto se restablece la solidaridad generacional, finaliza la apropiación abusiva del 36 por ciento de los aportes por las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, y se orientan esos fondos hacia el desarrollo económico y social, en lugar de la especulación financiera.
La segunda es la ley que termina con el monopolio de la comunicación audiovisual. La opinión pública dejará de estar sometida a la opinión única expresada por los medios de comunicación dominantes. Al establecerse la multiplicidad de emisoras y de contenidos, se dan las bases para una auténtica democracia política; cada opinión tendrá un vehículo para expresarse.
La tercera es la reforma política, que establece para todos los partidos políticos la obligación de designar a todos sus candidatos a funciones electivas nacionales mediante elecciones internas, abiertas, simultáneas y obligatorias; y el principal gasto de las campañas políticas que son las emisiones de televisión, serán ofrecidas gratuitamente a todos los partidos, con pautas equitativas.
La cuarta es la asignación de una mensualidad por hijo a los desocupados, a los trabajadores en negro y a quienes no llegan a cobrar el salario mínimo. De tal modo, se atacará al núcleo duro de la pobreza y se espera la desaparición de la indigencia. Estas medidas esenciales constituyen un paso gigantesco hacia la inclusión social, informativa y política; pero como son muy recientes, todavía no se ha advertido el cambio sustancial que significan. Estamos en pleno territorio de lo fundamental.
Como ocurre con las reformas básicas, se afectan intereses y por eso surgen las reacciones violentas de los grupos dominantes.
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