Por
Periodista y escritora.
Ocurrió en septiembre de 1976. Y sigue ocurriendo en septiembre de 2010. La semana de septiembre del ’76, los esbirros de Ramón Camps decidieron bautizar La Noche de los Lápices a la cacería de estudiantes secundarios de entre 14 y 17 años, en la ciudad de La Plata. Con premeditación eligieron que la noche más cruel de esa semana comenzara el 16 de septiembre, porque la persecución era sobre todo a los estudiantes de la UES, los secundarios peronistas. El 16 de septiembre de 1955 había sido el día de gloria de la restauración conservadora, cuando derrocaron a Perón e iniciaron con esa violencia contra un gobierno constitucional, elegido democráticamente, un ciclo de represión y resistencia que sumió a la última parte de nuestro siglo XX en las formas más brutales de violencia política.
A los jóvenes secuestrados durante el operativo de La Noche de los Lápices los llevaron a dos campos de concentración: el Pozo de Arana y el Pozo de Bandfield. Del Pozo de Arana sobrevivió Emilce Moler. Del grupo del Pozo de Bandfield sólo sobrevivió Pablo Díaz. Recuperada la democracia, Emilce dio su testimonio y luego Pablo Díaz testificó en el juicio a las Juntas Militares, en 1985. La dictadura intentó justificar esa cacería considerando “subversivos”, “enemigos peligrosos”, a nuestros jóvenes. Ellos no sólo luchaban por conseguir el boleto estudiantil, sino por organizarse para defender los derechos de la educación pública, libre y gratuita. Han pasado 34 años de aquella Noche de los Lápices. La democracia ha reparado desde la historia, y con la condena a los asesinos de los adolescentes, parte de las heridas. Como periodista y ciudadana argentina, jamás se me ocurrirá decir que estoy harta de hablar de la dictadura. Porque ese crimen cometido entonces aún permanece. María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Claudio De Acha, Daniel Racero, Francisco López Muntaner nunca aparecieron. Los argentinos le debemos una tumba, una flor, aunque los jóvenes se encargaron ya de que sus lápices sigan escribiendo.
Periodista y escritora.
Ocurrió en septiembre de 1976. Y sigue ocurriendo en septiembre de 2010. La semana de septiembre del ’76, los esbirros de Ramón Camps decidieron bautizar La Noche de los Lápices a la cacería de estudiantes secundarios de entre 14 y 17 años, en la ciudad de La Plata. Con premeditación eligieron que la noche más cruel de esa semana comenzara el 16 de septiembre, porque la persecución era sobre todo a los estudiantes de la UES, los secundarios peronistas. El 16 de septiembre de 1955 había sido el día de gloria de la restauración conservadora, cuando derrocaron a Perón e iniciaron con esa violencia contra un gobierno constitucional, elegido democráticamente, un ciclo de represión y resistencia que sumió a la última parte de nuestro siglo XX en las formas más brutales de violencia política.
A los jóvenes secuestrados durante el operativo de La Noche de los Lápices los llevaron a dos campos de concentración: el Pozo de Arana y el Pozo de Bandfield. Del Pozo de Arana sobrevivió Emilce Moler. Del grupo del Pozo de Bandfield sólo sobrevivió Pablo Díaz. Recuperada la democracia, Emilce dio su testimonio y luego Pablo Díaz testificó en el juicio a las Juntas Militares, en 1985. La dictadura intentó justificar esa cacería considerando “subversivos”, “enemigos peligrosos”, a nuestros jóvenes. Ellos no sólo luchaban por conseguir el boleto estudiantil, sino por organizarse para defender los derechos de la educación pública, libre y gratuita. Han pasado 34 años de aquella Noche de los Lápices. La democracia ha reparado desde la historia, y con la condena a los asesinos de los adolescentes, parte de las heridas. Como periodista y ciudadana argentina, jamás se me ocurrirá decir que estoy harta de hablar de la dictadura. Porque ese crimen cometido entonces aún permanece. María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Claudio De Acha, Daniel Racero, Francisco López Muntaner nunca aparecieron. Los argentinos le debemos una tumba, una flor, aunque los jóvenes se encargaron ya de que sus lápices sigan escribiendo.
http://tiempo.elargentino.com/
http://san-fernando-mi-ciudad.blogspot.com/
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