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15 dic 2009

El Gobierno denunció ante la Justicia una amenaza contra la Presidenta mediante una interferencia en la radio del helicóptero

Ir a la página principal El país|Martes, 15 de diciembre de 2009

“¡Maten a esa yegua!” “¡Maten al pescado!”, gritaron

Casi en simultáneo con el inicio del juicio oral a los represores de la ESMA, una voz anónima irrumpió en el vuelo presidencial. Cristina Fernández y su esposo, el diputado Néstor Kirchner, lo adjudicaron a “los dinosaurios”. El juez Lijo investiga la causa. Por Alejandra Dandan/fotos/20091215/notas/cfk1.jpgLa presidenta Cristina Fernández de Kirchner usa habitualmente los helicópteros para desplazarse desde Olivos.

Las amenazas se escucharon a las 11.37 del viernes pasado en la frecuencia operativa de la Torre de Control del Aeroparque Jorge Newbery. “¡Maten a esa yegua!”, gritaron primero. Y luego: “¡Maten al pescado!” Cristina Fernández debía subir al helicóptero presidencial para viajar de la Quinta de Olivos a la Casa Rosada. En la radio del vuelo se escuchó durante unos cinco segundos, además, el siniestro sonido de “La avenida de las Camelias”, la marcha militar que acompañó durante años los comunicados de la última dictadura. A esa misma hora, ese mismo viernes, curiosamente –sugirieron en el Gobierno– empezó el juicio contra los militares que actuaron en la Escuela de Mecánica de la Armada. Todo un dato. El Ejecutivo presentó la denuncia por “delitos de acción pública” ante la Justicia federal. Y durante el día, Cristina y Néstor Kirchner responsabilizaron a los “dinosaurios” y “los gerontes” por la emisión de los mensajes. “No podemos permitir que dos o tres gerontes nos dividan”, dijo el ahora diputado. Por su parte, el piloto Jorge Pérez Tamayo, en diálogo con Página/12, alertó sobre el peligro de las interferencias para la seguridad de un vuelo: “Si hubieran dado instrucciones a un avión –dijo–, podría haber colisionado en el aire”.

Las interferencias a la frecuencia aeronáutica se produjeron el viernes pasado en paralelo con el comienzo del juicio histórico contra los represores que intervinieron en la ESMA, entre los que se encuentran Alfredo Astiz y Jorge “El Tigre” Acosta. El Gobierno lo difundió recién ayer. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, le pidió al procurador general, Esteban Righi, que presentara la denuncia ante la Cámara Federal porteña. Tras un sorteo, la causa quedó en el juzgado de Ariel Lijo, que derivó la investigación, a su vez, en la fiscalía de Eduardo Taiano.

“Muchos episodios han pasado en estos días y nos dan muestras todavía de que los dinosaurios están –dijo CFK a la tarde, durante un acto en Casa de Gobierno–. Ustedes los conocen mejor que yo.” Y no habló de los autores “porque –dijo– será la Justicia la que determine, en todo caso”.

La denuncia del Gobierno llegó al juzgado de Lijo acompañada con un informe escrito del coronel Alejandro Graham, jefe de la Casa Militar de la Presidencia, a cargo de la custodia de Cristina. Según el escrito todo comenzó cuando la aeronave se presentó como “Fuerza Aérea I”, la aeronave que traslada a la Presidenta. En ese momento, se produjo “una interferencia ilícita con epítetos irrespetuosos a la Sra. Presidenta. A continuación (aproximadamente 40 segundos después) se escuchan 5 segundos de una marcha militar: ‘Avenida de las Camelias’”. Quienes estaban a cargo de la aeronave, entonces, pidieron al Control de Aeroparque el cambio de frecuencia para ingresar a una sintonía distinta, la del Control de Casa de Gobierno, que es una frecuencia secreta. En ese momento, “se repitieron otros epítetos similares, los que se pierden al realizar el cambio de frecuencia citado”.

Si la aeronave hubiese transitado con la banda de la frecuencia secreta desde el comienzo, las amenazas nunca habrían llegado. Según Pérez Tamayo, piloto a cargo de algunos de los vuelos presidenciales, el Gobierno debería contar con una frecuencia alternativa y secreta desde Olivos para evitar estas cosas.

En tanto, la Casa Militar tomó varias medidas de seguridad: interrogó a los pilotos del helicóptero H-03 y al jefe de Agrupación Aérea, que deberán presentar un informe por escrito. Solicitó a la torre de control de Aeroparque la “grabación relacionada con las comunicaciones del H-03, desde el momento de su ingreso a la frecuencia 118,85 MHZ hasta abandonarla”. La grabación puede ser importante por dos razones, según un especialista consultado por este diario. Puede arrojar el tono de voz del que habla para su reconocimiento. Pero, más importante, puede mostrar la potencia del equipo de transmisión del mensaje: si el mensaje llega entrecortado puede tratarse de un aparato menos sofisticado, como un handy, si no estarían ante un equipo de gran potencia. Fuera de eso, también se pidió “apoyo a la Secretaría de Inteligencia a los efectos de adoptar medidas de contrainteligencia contra este tipo de interferencia en las comunicaciones”.

Durante el día, el jefe de ministros precisó sin embargo otros detalles. “Aparecen voces en tres momentos –dijo Aníbal Fernández–. En la primera aparece una textual que dice ‘Maten a la yegua’; en la segunda, un fragmento de ‘Avenida de las Camelias’, en la tercera parte aparece otro que dice ‘Boludos, maten al pescado’ y en el cuarto y quinto intento aparece una voz que dice ‘Mátenla’.” Las voces no se escucharon en un solo momento, como se desprende de los informes, sino durante todo el trayecto del vuelo sobre el margen del Río de la Plata y hasta cerca del helipuerto ubicado detrás de la Casa Rosada.

¿Es sencillo ese tipo de intervención? El ministro Fernández aseguró que no. Dijo que las comunicaciones no se pueden interferir si no es desde otra aeronave o desde algún lugar de tierra con un tipo de comunicación “muy particular, que es el VHF”. Los pilotos consultados por Página/12 difirieron sólo en ese aspecto. “Estas interferencias las puede hacer cualquiera –dijo Pérez Tamayo a Página/12–. Se hacen con un sistema de equipo de radio, un handy que se consigue en un taller aeronáutico o en cualquier lugar de comunicaciones. VHF significa ‘muy alta frecuencia’, cualquiera puede tener un equipo y el equipo busca la frecuencia por ejemplo del Aeroparque y por esa sintonía puede escuchar (e intervenir si lo desea) en todo lo que sucede con todo el tráfico aéreo.”

Taiano recibió el expediente durante la mañana de ayer, y elevó varios pedidos. Entre ellos una requisitoria para ampliar la declaración del piloto y del ingeniero en comunicaciones del helicóptero. También pidió a la División de Delitos Tecnológicos de la Policía Federal y a otras agencias de seguridad que investiguen de dónde llegaron las interferencias. Fuentes del juzgado de Lijo aseguraron, por su parte, que harán lugar a los pedidos pero aseguraron que encontrar el origen de las emisiones será “super difícil”. Los aparatos podrían costar 160 dólares. “La importancia es la que tiene –dijo Aníbal Fernández–. Se ha amenazado a un presidente, en cualquier país esto tiene importancia.” Y agregó: “Es un grupúsculo de facciosos que han tenido que ver con las acciones que todos conocemos, deleznables por cierto, del Proceso de Reorganización Nacional”.

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