La presidenta brasileña Dilma Rousseff cumplió su primer viaje internacional. Y con una agenda de unas cinco horas, reafirmó el nuevo vínculo en la relación bilateral que establecieron ambos países a partir del eje que marcaron Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, junto a Hugo Chavéz, de contraposición al Alca que impulsaba el ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. En este encuentro con la mandataria argentina Cristina Fernández, con sólo seguir la crónica de la visita de Dilma al país, se puede comprender la nueva etapa en la integración binacional y regional.
Pasado el mediodía del lunes, Dilma arribó a Buenos Aires, señalando que el epicentro de la política exterior brasileña no pasa por Davos, ni Washington, ni Pekín, sino la porteña ciudad del Plata. Acompañada con una tropa de ministros (ocho) firmó acuerdos en materia energética, nuclear y espacial, que profundizan la integración regional. A su vez, se entrevistó con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, generando un vínculo especial entre Dilma y Cristina en el compromiso por los derechos humanos, además de la identidad de género.
Como cierre de este encuentro histórico, entre dos mujeres que conducen las economías más importantes del sur de América, Dilma fue homenajeada con una almuerzo en la cancillería argentina, donde ambas mandatarias expusieron sus visiones de los acuerdos. Por su parte, Cristina resaltó la construcción de un “futuro común para brasileños y argentinos, un futuro de inclusión, prosperidad y paz”, sostuvo la presidenta. En tanto que Dilma destacó la labor de Néstor Kirchner en la “consolidación de la Unasur” y reafirmó la intención de trabajar en ese sentido.
Algunos análisis, con una visión neoliberal, criticaron la armonía de los acuerdos ante una posible devaluación del real. Esta reducida mirada mercantilista, no comprende un esquema estructural de la integración, que va más allá de las variaciones de precios. La convergencia de políticas desarrollistas, permite diseñar estrategias de mediano y largo plazo, que operan sobre la reducción de costos a partir de la articulación productiva, las innovaciones tecnológicas y el uso de los recursos energéticos. Los acuerdos firmados van en un sentido de entender que el comercio no alcanza para lograr una integración.
De esta manera, y a pesar de ser un viaje de pocas horas, Dilma hizo un fuerte despliegue de ministros; además del canciller Antonio de Aguiar Patriota, Nelson Jobin (Defensa), estuvo acompañada por Fernando Pimentel (Industria y Comercio), Paulo Bernardo (Comunicación), Aloizio Mercadante (Ciencia y Tecnología), Iriny Lopes (Mujer) y Mário Negroponte (Ciudades); además del asesor especial, y clave, Marco Aurélio García. Lo que implica una visión integral del marco de los 14 acuerdos firmados.
Esta lógica de integración no deja de lado la política comercial, ambas presidentas celebraron la creación del Consejo Empresarial Binacional, que tendrá a su cargo la elaboración de recomendaciones comunes a los dos gobiernos para superar los desequilibrios comerciales, que coyunturalmente perjudican a la Argentina, y sigan potenciando un intercambio que en 2010 alcanzó los 33 mil millones de dólares. Además, una iniciativa interesante es la firma del Memorando de Entendimiento para la Promoción Comercial Conjunta, para la colocación de productos de ambos países a terceras naciones.
Sin embargo, y para superar una lógica comercial, los acuerdos pasan por convenios como la construcción de dos reactores nucleares multipropósito –para uso pacífico y con fines de investigación para la producción de radioisótopos y ensayos de irradiación de combustible y de materiales; obras de infraestructura– como la hidroeléctrica en Garabí o el puente Peperí Guazú, que unirá las ciudades de San Pedro (Misiones) y Paraíso (Santa Catarina); o acuerdos de producción de bioenergía y biocombustibles; e incluso con propuestas de masificación de la banda ancha o mejora tecnológica en la producción de medicamentos.
El cambio sustancial que introduce esta nueva etapa en la relación bilateral es el paso de un vínculo centrado en el comercio hacia una integración basada en la producción conjunta. En tal sentido, se estaría pasando de un Mercosur a una Ecosur, donde la base económica se potencia a partir de un polo de desarrollo, incluso en zonas fronterizas de ambos países. Además de la explotación conjunta de recursos, como las reservas petroleras del Pre-Salt del océano Atlántico, pone de manifiesto pensarse como economía integrada.
Y el nuevo vínculo entre Argentina y Brasil no se agota en lo económico. A los lineamientos comunes establecidos por la gestión Lula-Kirchner, marcados por el latinoamericanismo; Dilma y Cristina no sólo dan su impronta de género, al firmar un acuerdo para trabajar en conjunto en la igualdad de oportunidades, además convergen en el compromiso por los DD.HH.
El gesto de entrevistarse con la Asociación Madres de Plaza de Mayo; Abuelas de Plaza de Mayo; Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels); Madres del Dolor y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; incluso con personalidades como Lilia Ferreyra, viuda de Rodolfo Walsh; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde y el presidente del Archivo Nacional de la Memoria, Ramón Torres Molina; pone en agenda de la mandataria brasileña un trabajo conjunto por la verdad y la justicia.
Un momento especial de la visita, fue cuando Dilma y Cristina, junto a Estela de Carloto (Abuelas de Plaza de Mayo) y Hebe de Bonafini (Madres de Plaza de Mayo) se acercaron al histórico balcón, ahora liderado por mujeres, para observar la casa y aula prefabricada que Hebe le entregó simbólicamente a la presidenta brasileña, como gesto para contribuir a la reconstrucción de las viviendas destruidas por las inundaciones en Río de Janeiro. Sin duda un vínculo profundo que va más allá del frío cálculo de la política comercial.
Pasado el mediodía del lunes, Dilma arribó a Buenos Aires, señalando que el epicentro de la política exterior brasileña no pasa por Davos, ni Washington, ni Pekín, sino la porteña ciudad del Plata. Acompañada con una tropa de ministros (ocho) firmó acuerdos en materia energética, nuclear y espacial, que profundizan la integración regional. A su vez, se entrevistó con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, generando un vínculo especial entre Dilma y Cristina en el compromiso por los derechos humanos, además de la identidad de género.
Como cierre de este encuentro histórico, entre dos mujeres que conducen las economías más importantes del sur de América, Dilma fue homenajeada con una almuerzo en la cancillería argentina, donde ambas mandatarias expusieron sus visiones de los acuerdos. Por su parte, Cristina resaltó la construcción de un “futuro común para brasileños y argentinos, un futuro de inclusión, prosperidad y paz”, sostuvo la presidenta. En tanto que Dilma destacó la labor de Néstor Kirchner en la “consolidación de la Unasur” y reafirmó la intención de trabajar en ese sentido.
Algunos análisis, con una visión neoliberal, criticaron la armonía de los acuerdos ante una posible devaluación del real. Esta reducida mirada mercantilista, no comprende un esquema estructural de la integración, que va más allá de las variaciones de precios. La convergencia de políticas desarrollistas, permite diseñar estrategias de mediano y largo plazo, que operan sobre la reducción de costos a partir de la articulación productiva, las innovaciones tecnológicas y el uso de los recursos energéticos. Los acuerdos firmados van en un sentido de entender que el comercio no alcanza para lograr una integración.
De esta manera, y a pesar de ser un viaje de pocas horas, Dilma hizo un fuerte despliegue de ministros; además del canciller Antonio de Aguiar Patriota, Nelson Jobin (Defensa), estuvo acompañada por Fernando Pimentel (Industria y Comercio), Paulo Bernardo (Comunicación), Aloizio Mercadante (Ciencia y Tecnología), Iriny Lopes (Mujer) y Mário Negroponte (Ciudades); además del asesor especial, y clave, Marco Aurélio García. Lo que implica una visión integral del marco de los 14 acuerdos firmados.
Esta lógica de integración no deja de lado la política comercial, ambas presidentas celebraron la creación del Consejo Empresarial Binacional, que tendrá a su cargo la elaboración de recomendaciones comunes a los dos gobiernos para superar los desequilibrios comerciales, que coyunturalmente perjudican a la Argentina, y sigan potenciando un intercambio que en 2010 alcanzó los 33 mil millones de dólares. Además, una iniciativa interesante es la firma del Memorando de Entendimiento para la Promoción Comercial Conjunta, para la colocación de productos de ambos países a terceras naciones.
Sin embargo, y para superar una lógica comercial, los acuerdos pasan por convenios como la construcción de dos reactores nucleares multipropósito –para uso pacífico y con fines de investigación para la producción de radioisótopos y ensayos de irradiación de combustible y de materiales; obras de infraestructura– como la hidroeléctrica en Garabí o el puente Peperí Guazú, que unirá las ciudades de San Pedro (Misiones) y Paraíso (Santa Catarina); o acuerdos de producción de bioenergía y biocombustibles; e incluso con propuestas de masificación de la banda ancha o mejora tecnológica en la producción de medicamentos.
El cambio sustancial que introduce esta nueva etapa en la relación bilateral es el paso de un vínculo centrado en el comercio hacia una integración basada en la producción conjunta. En tal sentido, se estaría pasando de un Mercosur a una Ecosur, donde la base económica se potencia a partir de un polo de desarrollo, incluso en zonas fronterizas de ambos países. Además de la explotación conjunta de recursos, como las reservas petroleras del Pre-Salt del océano Atlántico, pone de manifiesto pensarse como economía integrada.
Y el nuevo vínculo entre Argentina y Brasil no se agota en lo económico. A los lineamientos comunes establecidos por la gestión Lula-Kirchner, marcados por el latinoamericanismo; Dilma y Cristina no sólo dan su impronta de género, al firmar un acuerdo para trabajar en conjunto en la igualdad de oportunidades, además convergen en el compromiso por los DD.HH.
El gesto de entrevistarse con la Asociación Madres de Plaza de Mayo; Abuelas de Plaza de Mayo; Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels); Madres del Dolor y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; incluso con personalidades como Lilia Ferreyra, viuda de Rodolfo Walsh; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde y el presidente del Archivo Nacional de la Memoria, Ramón Torres Molina; pone en agenda de la mandataria brasileña un trabajo conjunto por la verdad y la justicia.
Un momento especial de la visita, fue cuando Dilma y Cristina, junto a Estela de Carloto (Abuelas de Plaza de Mayo) y Hebe de Bonafini (Madres de Plaza de Mayo) se acercaron al histórico balcón, ahora liderado por mujeres, para observar la casa y aula prefabricada que Hebe le entregó simbólicamente a la presidenta brasileña, como gesto para contribuir a la reconstrucción de las viviendas destruidas por las inundaciones en Río de Janeiro. Sin duda un vínculo profundo que va más allá del frío cálculo de la política comercial.
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