Fue el caso de una de las escritoras más sobresalientes de la hermana República de Argentina, la ensayista Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo. Quien nació bajo el ceno de una familia de descendencia aristócrata desde la conquista española.
La escritora nació el 7 de abril de 1890, en Buenos Aires. Y falleció en enero de 1979. De la lista de sus cualidades destacan los términos de ensayista, traductora, editora, escritora y por si fuera poco “mecenas de la literatura latinoamericana”.
El aporte de Victoria Ocampo se centró en su labor de difusión cultural. Desde temprana edad mostró la gran capacidad receptora y proyectiva para asuntos sociales. Perteneció al grupo de mujeres intelectuales relacionadas en las primeras manifestaciones de los movimientos feministas y antifascistas de su país, lo que la llevó a ser una de las fundadoras de la Unión de Mujeres Argentinas en 1936.
Gracias a su aportación en la revista argentina Sur, le permitió mantener correspondencia con diversas personalidades del ámbito cultural, filósofos como Francisco Romero, el periodista argentino José Bianco y escritores de la talla Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Cásares. De esta manera Ocampo nutre ese espíritu literario que dejaría un tesoro de gran valor para las letras universales.
El estilo que Victoria Ocampo adopta, es una serie de modelos de escritores europeos masculinos, genios de la literatura universal. Dentro de su gran obra escrita, el mayor aporte se encuentra en el legado de Testimonios publicados de 1934 a 1977. Una compilación de 310 ensayos, agrupados en diez series, cada serie formada por treinta ensayos.
Gracias a su estatus social, Victoria se permitía libertades que jóvenes de su generación no se atrevían. Manejaba autos, aprovechaba ocasión para expresar el deseo de ser actriz, considerado un capricho prosaico para su linaje. Se negaba a asistir a las playas exclusivas para mujeres, fumaba, bailaba Tango, considerado como una danza indecente; y para escándalo de la sociedad montaba a caballo con indumentaria diseñada para hombres.
Durante su adolescencia entabló amistad con la ya distinguida escritora Delfina Bunge, a quien le enviaba cartas donde le solicitaba su atención y amistad. “Perdón si te molesto. Has de tener cosas mejores que hacer… Solo te pido un poco de amistad a cambio de admiración y de la ternura que siento… El aislamiento moral es doloroso. Vos no conocés esta terrible sensación de soledad… Tengo dieciséis años y a esa edad uno necesita confiar en alguien, sino el corazón estalla. ¿Querés ser amiga mía? ¿Querés escucharme?… » a pesar de sus diferencias ideológicas, ambas fueron mantener una relación sólida al grado de luchar en el mismo movimiento feminista.
También mantuvo relación con la Nobel de Literatura Gabriela Mistral, quien en un principio se mostró renuente a la amistad debido a la condición aristócrata de Ocampo y a su falta de interés por tener un acercamiento con la poeta Alfonsina Storni… «ha sido descomunal mi sorpresa de hallarla a usted criolla, tan criolla como yo, aunque más fina» y agregó que «desde que leí su primer libro supe que usted entraba en la escritura literaria con cuerpo entero. Si yo creyese… que su radio de influencia no es sino un grupo de señores snobs, no perdería mi tiempo escribiéndole»
El ser oligarca de las letras, le ayudó para ser la primera mujer elegida como miembro de la Academia Argentina de las Letras. Amaba escribir, amaba la vida, el mundo y todo lo que bebió de él. A lo largo de su vida se relacionó con una importante lista de personajes de los cuales aprendió el lado filosófico que adhería a su personalidad. De la misma forma la lista de sus conocidos fallecidos crecía, y en consecuencia la muerte empezó a tornarse en un tema relevante en su vida. La muerte significaba un viaje a otro plano astral donde se podía seguir mirando las mismas cosas desde otro ángulo que tiene mucho de misterio.
El testimonio que victoria deja en sus relatos, es puntualizar la falta de educación formal, una propuesta que suponía configurar una expresión propia de las mujeres, una forma libre de la tradición literaria femenina imperante de su época. Quizás esos fueron los detonantes para establecer de manera especial un diálogo con Emily Brönte, Jane Austen, George Eliot y Elizabeth Barret Browning, personajes que ayudaron a enriquecer su legado literario que hoy día, a 35 años de su muerte se reedita para homenajear a la escritora latinoamericana.
MIRTA PRAINO - 11 6273 2340 http://san-fernando-mi-ciudad.blogspot.com/
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